Después de la experiencia de " EL Salvador ", continuábamos en Bukittinggi todavía emocionados por lo sucedido. Al día siguiente quisimos alquilar de nuevo una moto, pero esta vez lo hicimos en una guest house a la que nos habíamos cambiado anteriormente, ya que no queríamos arriesgarnos a alquilar otra en mal estado o con una rueda pinchada como el caso del día anterior.
En la guest house conocimos a un chico alemán que nos comentó que había contratado a un guía para poder ver la flor " Rafflesia". ¿Y que tiene de especial esa flor?. Pues tiene mucho de especial, ya que es la segunda flor más grande del mundo, con un diámetro superior a 106 cms y puede llegar a tener un peso de unos 11 kgs aproximadamente. Crece en algunos puntos repartidos del sureste asiático. En zonas muy húmedas, y sólo se mantienen durante 1 o 2 semanas, apareciendo cada varios años.
No quisimos perder la ocasión de poder verlo, yendo y siguiendo con nuestra moto al chico alemán con su guía.
Para ello subimos por una montaña ganando altitud, a la vez que mejores vista del entorno. Nos salimos de la carretera para seguir por un camino de tierra que nos llevaría a una aldea pequeñita y preciosa. Nos recordaba mucho a la estampa de Harau Valley pero ésta, mucho más pequeña. También rodeada de montañas verdes intensas con campos de cultivo. Las casitas y el entorno transmitían armonía. El camino de tierra descendía hasta tal aldea, pero antes de descender podías ver desde una posición más elevada los tejados y fachadas, palmeras y vegetación, que todo en conjunto volvía a formar un paisaje sin igual.
Ya en la aldea, caminamos entre ella y atravesamos a pie los campos de cultivo, hasta llegar a la ladera de una montaña. No tuvimos que subir mucho, atravesando la frondosa y húmeda vegetación selvática que allí había, para encontrarnos a la impresionante flor Rafflesia. Ahí estaba, imponente como ella sola. Estuvimos un rato admirándola y haciendo fotos. Al rato volvimos a la aldea, dimos una pequeña vuelta y nos despedimos del chico alemán y su guía. Dejándoles continuar su tour, y nosotros a nuestro aire.
Volvimos a Bukittinggi. Visitamos un parque (Panorama Park), donde como su nombre indica, tienes unas vistas panorámicas del cañón Sianok. También uno puede contemplar dos de los volcanes que se encuentran en los alrededores del pueblo. El volcán Singgalang (2877 m.) y el Marapi (2891 m.) todavía activo.
Mientras dábamos un paseo por el parque, a parte de deleitarnos con las vistas de cañón, estábamos rodeados de simpáticos monos que campaban a sus anchas, haciendo de las suyas. También y como es costumbre aquí. La gente te saludaba parándose para charlar y hacerse fotos contigo. Se pararon grupos de gentes de todo tipo, chicos jóvenes, estudiantes, familias. Y todos se acercaban admirados y te pedían con ilusión esa foto deseada. Sus sonrisas nos contagiaban de alegría, y estuvimos un rato disfrutando del momento con ellos.
Después de aquello, de nuevo cogimos la moto para alejarnos de Bukittinggi, y explorar así sus afueras. Chequeando en nuestra guía, averiguamos que había un lago que queríamos investigar. (Singkarak Lake) Para ello recorreríamos carreteras llenas de paisajes y de color verde intenso. A cada poco parábamos para ver detenidamente algunos puntos, eran realmente impresionantes. Sumatra estaba resultando espectacular en ese sentido, en su naturaleza. En una de esas paradas, miramos al horizonte, a nuestros lados, y sentimos una mezcla de gratitud y fortuna. Sintiéndonos afortunados y dando gracias por todo lo que estábamos viviendo.
Después de dos horas largas de camino con múltiples paradas, llegamos al principio del lago. Estábamos algo cansados, paramos a comer en un restaurante al pie de carretera. Comimos lo típico que se como aquí "Nasi Goreng" arroz frito con guarnición.
En carretera de nuevo nos desviamos un poquito y nos introdujimos en un pequeño poblado al pie del lago. Donde la gente autóctona realiza distintos tipos de objetos de artesanía. Al entrar al poblado se nos acercó un hombre ya mayor con unos tickets. Ya nos advirtieron que en algunos sitios se inventan una entrada para así sacar algún dinero al turista. Nosotros al verle salir de la nada con los tickets en la mano, nos percatamos de la operación. Pero sacamos el ingenio y al final entramos al poblado con triquiñuelas y no pagamos. Nos dirigimos hacia el final donde se concentran sus gentes para darse un baño a parte de realizar otro tipo de actividades en plan casero y familiar.
Estuvimos un ratito, luego quisimos regresar a Bukittinggi antes de que se hiciera de noche. Al llegar fuimos al mismo restaurante donde solíamos hacerlo. Nos encontramos al chico alemán y nos contamos nuestros días y experiencias. También estaba allí Alex, el chico francés que conocimos en el ferri. Al rato llegó el alegre y carismático Manuel. Nos juntamos todos y tuvimos una divertida y amistosa velada llena de risas y anécdotas. De nuevo intercambiando información todos coincidiríamos en el mismo próximo destino "Toba Lake" más al norte de la isla.
Para ir allá cogimos los billetes en el mismo restaurante, ya que como es habitual en estos sitios es un todo en uno ( tours, alquiler de vehículos, resturante, alojamiento etc...).
Teníamos que estar en el restaurante por la mañana donde nos recogerían para llevarnos a la estación de autobuses. Ya de paso desayunamos allí tranquilamente. Y mientras esperábamos, estábamos acompañados de Alex y Manuel, quienes también esperaban para irse a Toba Lake. El restaurante era un punto de encuentro entre viajeros, y veías como unos se iban y otros llegaban. En una de esas llegadas, apareció una pareja, Ixai y Patricia, españoles y que también estaban viajando por el sureste asiático. Estuvimos hablando e intercambiando blogs. Es curioso que cuando uno viaja tiene la misma ocurrencia que los demás de realizar un blog para exponer sus vivencias y compartir sus experiencias. Resulta que Ixai y Patricia venían del lago Toba y nos informaron de una guest house buena y barata, bungalows con muy buen acondicionamiento. Nos quedamos con la información y ya por fin nos vinieron a buscar para irnos.
Llegamos a la estación de autobuses, aquello como era de imaginar era un trajín de personas, bultos y paquetes y por supuesto buses. Mientras esperábamos al nuestro, observábamos el entorno, como la gente iba y venía, subía y bajaba. Había una mezcla de colores muy variopinta. Para entretenernos hacíamos fotos, jugábamos con unos niños que había por allí y observábamos la vista del volcán Merapi, que como estaba despejado, pudimos contemplarlo perfectamente como fondo de aquel escenario.
Un hombre nos avisó de que nuestro autobús estaba ya listo. Nos dirigimos a el, y estaba totalmente abarrotado. Pero no de gente, sino de bultos empaquetados, senseres en el pasillo de dentro del bus que para acceder a unos asientos ( no estaban enumerados ni clasificados como era de suponer), teníamos que pasar por encima de los bultos pasando y casi escalándolos hasta llegar a la parte de atrás.
Aquello era la típica estampa de las películas asiáticas, donde ves animales, bultos y de todo en el interior del bus. Y que uno comparte sitio con lo que sea. Pues así fue nuestro viaje. Aunque la verdad es que tengo que decir que fui mucho más confortable que si hubiera ido de forma normal. Podíamos respaldarnos lo que quisiéramos, estirar y descalzar los pies y acomodarnos a nuestro antojo, ya que había mucho bulto, pero no tantas personas. Aquello era como la casa de un colega, acomódate y ponte donde puedas y ya de paso, disfruta del trayecto.
Tardamos algo más de 20 horas en llegar a Pararat, que es el pueblo donde debíamos coger el ferri para llegar a nuestro próximo destino... Toba Lake.
En la guest house conocimos a un chico alemán que nos comentó que había contratado a un guía para poder ver la flor " Rafflesia". ¿Y que tiene de especial esa flor?. Pues tiene mucho de especial, ya que es la segunda flor más grande del mundo, con un diámetro superior a 106 cms y puede llegar a tener un peso de unos 11 kgs aproximadamente. Crece en algunos puntos repartidos del sureste asiático. En zonas muy húmedas, y sólo se mantienen durante 1 o 2 semanas, apareciendo cada varios años.
No quisimos perder la ocasión de poder verlo, yendo y siguiendo con nuestra moto al chico alemán con su guía.
Para ello subimos por una montaña ganando altitud, a la vez que mejores vista del entorno. Nos salimos de la carretera para seguir por un camino de tierra que nos llevaría a una aldea pequeñita y preciosa. Nos recordaba mucho a la estampa de Harau Valley pero ésta, mucho más pequeña. También rodeada de montañas verdes intensas con campos de cultivo. Las casitas y el entorno transmitían armonía. El camino de tierra descendía hasta tal aldea, pero antes de descender podías ver desde una posición más elevada los tejados y fachadas, palmeras y vegetación, que todo en conjunto volvía a formar un paisaje sin igual.
Ya en la aldea, caminamos entre ella y atravesamos a pie los campos de cultivo, hasta llegar a la ladera de una montaña. No tuvimos que subir mucho, atravesando la frondosa y húmeda vegetación selvática que allí había, para encontrarnos a la impresionante flor Rafflesia. Ahí estaba, imponente como ella sola. Estuvimos un rato admirándola y haciendo fotos. Al rato volvimos a la aldea, dimos una pequeña vuelta y nos despedimos del chico alemán y su guía. Dejándoles continuar su tour, y nosotros a nuestro aire.
Volvimos a Bukittinggi. Visitamos un parque (Panorama Park), donde como su nombre indica, tienes unas vistas panorámicas del cañón Sianok. También uno puede contemplar dos de los volcanes que se encuentran en los alrededores del pueblo. El volcán Singgalang (2877 m.) y el Marapi (2891 m.) todavía activo.
Mientras dábamos un paseo por el parque, a parte de deleitarnos con las vistas de cañón, estábamos rodeados de simpáticos monos que campaban a sus anchas, haciendo de las suyas. También y como es costumbre aquí. La gente te saludaba parándose para charlar y hacerse fotos contigo. Se pararon grupos de gentes de todo tipo, chicos jóvenes, estudiantes, familias. Y todos se acercaban admirados y te pedían con ilusión esa foto deseada. Sus sonrisas nos contagiaban de alegría, y estuvimos un rato disfrutando del momento con ellos.
Después de aquello, de nuevo cogimos la moto para alejarnos de Bukittinggi, y explorar así sus afueras. Chequeando en nuestra guía, averiguamos que había un lago que queríamos investigar. (Singkarak Lake) Para ello recorreríamos carreteras llenas de paisajes y de color verde intenso. A cada poco parábamos para ver detenidamente algunos puntos, eran realmente impresionantes. Sumatra estaba resultando espectacular en ese sentido, en su naturaleza. En una de esas paradas, miramos al horizonte, a nuestros lados, y sentimos una mezcla de gratitud y fortuna. Sintiéndonos afortunados y dando gracias por todo lo que estábamos viviendo.
Después de dos horas largas de camino con múltiples paradas, llegamos al principio del lago. Estábamos algo cansados, paramos a comer en un restaurante al pie de carretera. Comimos lo típico que se como aquí "Nasi Goreng" arroz frito con guarnición.
En carretera de nuevo nos desviamos un poquito y nos introdujimos en un pequeño poblado al pie del lago. Donde la gente autóctona realiza distintos tipos de objetos de artesanía. Al entrar al poblado se nos acercó un hombre ya mayor con unos tickets. Ya nos advirtieron que en algunos sitios se inventan una entrada para así sacar algún dinero al turista. Nosotros al verle salir de la nada con los tickets en la mano, nos percatamos de la operación. Pero sacamos el ingenio y al final entramos al poblado con triquiñuelas y no pagamos. Nos dirigimos hacia el final donde se concentran sus gentes para darse un baño a parte de realizar otro tipo de actividades en plan casero y familiar.
Estuvimos un ratito, luego quisimos regresar a Bukittinggi antes de que se hiciera de noche. Al llegar fuimos al mismo restaurante donde solíamos hacerlo. Nos encontramos al chico alemán y nos contamos nuestros días y experiencias. También estaba allí Alex, el chico francés que conocimos en el ferri. Al rato llegó el alegre y carismático Manuel. Nos juntamos todos y tuvimos una divertida y amistosa velada llena de risas y anécdotas. De nuevo intercambiando información todos coincidiríamos en el mismo próximo destino "Toba Lake" más al norte de la isla.
Para ir allá cogimos los billetes en el mismo restaurante, ya que como es habitual en estos sitios es un todo en uno ( tours, alquiler de vehículos, resturante, alojamiento etc...).
Teníamos que estar en el restaurante por la mañana donde nos recogerían para llevarnos a la estación de autobuses. Ya de paso desayunamos allí tranquilamente. Y mientras esperábamos, estábamos acompañados de Alex y Manuel, quienes también esperaban para irse a Toba Lake. El restaurante era un punto de encuentro entre viajeros, y veías como unos se iban y otros llegaban. En una de esas llegadas, apareció una pareja, Ixai y Patricia, españoles y que también estaban viajando por el sureste asiático. Estuvimos hablando e intercambiando blogs. Es curioso que cuando uno viaja tiene la misma ocurrencia que los demás de realizar un blog para exponer sus vivencias y compartir sus experiencias. Resulta que Ixai y Patricia venían del lago Toba y nos informaron de una guest house buena y barata, bungalows con muy buen acondicionamiento. Nos quedamos con la información y ya por fin nos vinieron a buscar para irnos.
Llegamos a la estación de autobuses, aquello como era de imaginar era un trajín de personas, bultos y paquetes y por supuesto buses. Mientras esperábamos al nuestro, observábamos el entorno, como la gente iba y venía, subía y bajaba. Había una mezcla de colores muy variopinta. Para entretenernos hacíamos fotos, jugábamos con unos niños que había por allí y observábamos la vista del volcán Merapi, que como estaba despejado, pudimos contemplarlo perfectamente como fondo de aquel escenario.
Un hombre nos avisó de que nuestro autobús estaba ya listo. Nos dirigimos a el, y estaba totalmente abarrotado. Pero no de gente, sino de bultos empaquetados, senseres en el pasillo de dentro del bus que para acceder a unos asientos ( no estaban enumerados ni clasificados como era de suponer), teníamos que pasar por encima de los bultos pasando y casi escalándolos hasta llegar a la parte de atrás.
Aquello era la típica estampa de las películas asiáticas, donde ves animales, bultos y de todo en el interior del bus. Y que uno comparte sitio con lo que sea. Pues así fue nuestro viaje. Aunque la verdad es que tengo que decir que fui mucho más confortable que si hubiera ido de forma normal. Podíamos respaldarnos lo que quisiéramos, estirar y descalzar los pies y acomodarnos a nuestro antojo, ya que había mucho bulto, pero no tantas personas. Aquello era como la casa de un colega, acomódate y ponte donde puedas y ya de paso, disfruta del trayecto.
Tardamos algo más de 20 horas en llegar a Pararat, que es el pueblo donde debíamos coger el ferri para llegar a nuestro próximo destino... Toba Lake.