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lunes, 24 de diciembre de 2012

En el pasado la gente quería ir al cielo, al paraíso, con Dios, y encontrar la paz. Todo lo contrario, el encuentro con Dios sería motivo de mucho problemas, de muchas preguntas, de mucha ira y rabia contra Dios porque te creó sin tu permiso, creó el mundo lleno de sufrimientos, y tú has tenido que vivir en él. Creó todo tipo de deseos en ti que nunca parecen ser satisfechos; cada deseo pide más y más y más, no tiene fin. ¿Acaso crees que el encuentro con Dios sería un encuentro pacífico? ¡Sería el mayor de los combates!

Según una antigua historia, Dios vivía en la calle Mahatma Gandhi, en Puna. Pero la gente le atosigaba constantemente pidiéndole cosas; y no importaba que fuera de día o de noche, la gente siempre estaba a las puertas de la casa de Dios en la calle Mahatma Gandhi. Tenían tantos motivos para quejarse, y ¿a quién iban a presentarle sus quejas? Era como si, de una forma u otra, todo estuviera mal.
Algunos eran demasiado altos y otros eran enanos, algunos habían acumulado todas las riquezas y otros eran mendigos. Algunos eran muy guapos y otros estaban justo al otro extremo...
Dios le dijo a sus compañeros: "Esto es intolerable. Tenemos que encontrar algún lugar al que nos podamos mudar".
"de acuerdo --dijo Jesús--. Podemos mudarnos al Everest, hasta allí no llegará nadie".
Pero Dios le contestó: "Tú todavía eres muy joven para comprender y ver el futuro, pero como yo sí que puedo verlo, sé que ese lugar no sería seguro durante mucho tiempo. La gente  no tardaría  mucho en llegar allí y tendríamos que volver a mudarnos. Tenéis que encontrar algún lugar donde no tengamos que volver a mudarnos".
El Espíritu Santo sugirió: "Entonces, la luna sería un buen lugar".
"Tú no comprendes el problema --dijo Dios--. estos locos llegarán al Everest, a la luna, a Marte, ¡y sin ningún propósito! Pero si me encuentran en algún lugar me matarán, porque, como es natural, ellos creen que soy el responsable de todo".

Entonces, un hombre que estaba entre la muchedumbre, un viejo sabio , ser acercó a Dios y le susurró algo al oído, a Dios se le iluminó la cara y dijo: "¡Ese es el lugar correcto!".
Lo que le dijo a Dios fue: "No hace falta que te vayas muy lejos, simplemente entra en el propio ser del hombre. Allí no irá nunca, ese es el único lugar donde no se le ocurrirá buscar. Puedes estar tranquilo".



                                                   "Creer en lo imposible antes del desayuno"   --- Osho ---



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