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domingo, 26 de agosto de 2012

SUR DE TAILANDIA: KRABI



Cogimos un tren hacia el sur, atrás dejábamos la calurosa y fascinante capital tailandesa. Ahora íbamos a disfrutar de las famosas playas y sitios paradisíacos de este turístico país. Nos dirigimos hacia Surat Thani, el trayecto fue de ocho horas y el tren nada tenía que ver con los de la India, este era mucho mas confortable, con asientos individuales y cómodos. Viajamos por la noche, así podríamos dormir algo y el viaje sería mas ameno. Lo que no cambiaba respecto a los trenes de la India era que también pasaban vendedores ambulantes ofreciendo bebida o comida, cantando los productos con su peculiar tono y entonación tailandesa, que es en mi opinión muy graciosa.

Llegamos por la mañana temprano a la ciudad, creíamos que llegaríamos a una ciudad o pueblo donde podríamos disfrutar de ella ya que se encuentra en la costa, en el golfo de Tailandia. Pero nos equivocamos ya que nada más llegar a la estación, nos estaban esperando bastantes buscavidas y vendedores agencias de viajes para endiñarnos alguno. Cerca teníamos la oficina de turismo, fuimos a buscar información y de paso un mapa del lugar. Desayunamos algo en una cafetería, donde como no también tenían y ofrecian paquetes de viajes y transporte privado. Mientras desayunábamos nos ofrecían sus ofertas y llego un momento en que nos agobiamos. Surat Thani no nos ofrecía lo que nosotros pesábamos, a si que decidimos marcharnos de ahí después del desayuno angustioso. Cogimos un bus local donde nos llevaría a la estación de autobuses para irnos a Krabi, mas al sur y también ciudad costera, esta vez bañada por el mar de Andaman.





El autobús local nos dejó en una zona donde tendríamos que coger una Van de 7-8 plazas. Se ve que aquí en Tailandia tienen todo organizado para que tengas que moverte por agencias privadas y así gastarte un poco más de pasta. Jairo llego un momento en que se agobió bastante, yo también lo estaba pero le explicaba que esto es el pan de cada día, tener que moverte por tu cuenta y buscar, preguntar, hallar y poder hacer las cosas como tu deseas es trabajoso a veces. Quizá la experiencia de la India haya hecho que ahora me tome las cosas de este modo, aceptando lo que venga o lo que sea. El caso es que cogimos la van que nos llevó a Krabi, tardamos poco mas de dos horas, y al llegar encontramos la recompensa de tanto agobio anterior.
Cuando bajamos de la van, vimos una ciudad serena, tranquila, pacifica y hermosa. Nos recordaba quizá a los pueblos americanos de las pelis, sus carreteras asfaltadas con sus semáforos colgantes y tiendas a ambos lados de la acera perfectamente pavimentada. Enseguida nos dimos cuenta de que esta vez si, habíamos acertado.
Krabi digamos que se puede dividir en dos. La Krabi costera,donde se encuentra todos los establecimientos y guest house para el turista en primera linea de playa, y la Krabi Town, mas en el interior bañada por un rio y esculpida por las características rocas y montañas emergiendo del suelo, que es donde nos encontrábamos. Decidimos quedarnos allí durante unos 5 o 6 días, disfrutando de esa paz lejos de los caza turistas y del gentío.




Realizamos largos paseos, explorando la ciudad y viendo como se desarrolla aquí la vida de sus gentes. Investigando y caminando llegamos a un sitio extraño, nuestra curiosidad pudo con nosotros y nos adentramos a un recinto que se ubicaba a orillas del río. Seguimos investigando y encontramos una pasarela o camino que se adentraba en un bosque frondoso. Tal bosque no era el único de la zona, precisamente era todo bosque lo que rodeaba y bordeaba al río. Seguíamos caminando por la pasarela que cada vez se hacía mas alta y cada paso que dábamos, nos alejaba mas del suelo. Estábamos adentrándonos en el bosque de manglar. Un bosque de manglar se caracteriza no por sus árboles, sino por sus raíces. Suelen crecer hacia el exterior, entremezclándose entres ellas y con las de los árboles vecinos. Creciendo un poco hacia el interior y seguidamente hacia el exterior. Era un bosque singular y por primera vez para nosotros estábamos envueltos  en un paisaje singular. La pasarela cruzaba aquel bosque que no era uno particular, sino una extensión de todo lo que rodea al río, tanto de un lado como del otro y en mitad de todo podías ver montañas y grandes rocas emergiendo del suelo, mostrando un espectáculo sin igual. Mientras caminábamos y cruzábamos el bosque de manglar, también recibimos la visita de unos monos a los que pudimos fotografiar y contemplar como hacían de las suyas. 




Al rato de andar llegamos al final del camino. La pasarela terminaba en una plataforma que se encontraba en la orilla del río. Justo al lado teníamos una de esas rocas emergentes y enfrente una montaña, la cual veíamos desde lejos anteriormente y nos parecía una hermosura ver como emergía en mitad de la nada. Estuvimos un buen rato deleitándonos y explorando el entorno. Viendo y admirando las singulares raíces y el terreno fangoso a orillas del río.


Continuábamos en Krabi, y uno de esos días fuimos a mirar como podía renovar el visado. Ya que yo entré al país una semana antes que Jairo y ya se me estaba terminado el plazo. Nos levantamos temprano para dirigirnos a la oficina de inmigración. No sabíamos donde se encontraba, a si que preguntábamos a la gente y mas o menos íbamos enterándonos. Después de dos horas caminando y exhaustos de calor, preguntamos a una chica que nos indicó en nuestro minimapa donde era mas o menos, y también nos dijo que estábamos bastante lejos. Nos invito a subir en su coche para llevarnos, venía de comprar algo de una tienda cercana y en el coche le esperaban sus hijos pequeños, una niña de unos 8 o 9 años y un niño de unos 3 o 4. La madre indico a sus hijos que nos hicieran sitio en la parte de atrás. La mujer muy atenta nos llevo hasta una zona del pueblo desconocida para nosotros, donde se bajo y pregunto a un conocido suyo. El cual le dijo ya exactamente donde estaba la oficina de inmigración. La mujer de nuevo nos indico que subiéramos a su coche, para esta vez si, llevarnos a nuestro destino. Mientras llegábamos la mujer y su hija hablaba con nosotros preguntándonos las cosas típicas teniendo como resultado una agradable conversación entre todos. Llegamos a la oficina, la mujer nos preguntó que si esperaba a que termináramos para así llevarnos de vuelta donde tuviéramos que irnos. Le dijimos que no, no queríamos abusar se su ya de por sí grandísima amabilidad. Nos despedimos de ella y de sus hijos muy agradecidos, con la sensación y  recompensa de haber sido tratados a cambio de nada, con la mayor dedicación, atención y ayuda. Habíamos vivido en primera persona la famosa hospitalidad que recibían los tailandeses, descubriendo que sí es verdad en algunos casos. 




Renové el visado para una semana más, en las oficinas de inmigración sólo puedes renovarlo para siete días. Costando 1.900 Bahts, unos 47,50 euros. Lo realicé de esta manera par así tener el visado acorde con Jairo y estar a la par. Y así no depender uno de otro a la hora de renovar nuestros visados. Ahora los dos teníamos la misma fecha de salida del país.
Para renovar el visado aquí en Tailandia es, como he comentado anteriormente en otro post, relativamente fácil. Basta con salir y entrar al país para tener de nuevo otro sello totalmente gratis. Quince días si lo haces de forma terrestre, ya sea en barco o en carretera o treinta días si llegas al país en avión. Después de tener ya los visados sincronizados Jairo y yo, llegaba el momento de renovarlos juntos, esta vez sin recurrir a la oficina de inmigración. Lo haríamos como lo hace la mayoría, siendo mas cómodo, práctico y barato.
Las agencias de viajes, a parte de intentar venderte packs y tours a las islas y sitios paradisíacos, aqui en Tailandia ofrecen lo que ellos denominan "Visa Run". Por un módico precio renuevas tu visado, encargándose ellos del transporte y traslado. Contratamos una "visa run" por 900 baths (23 euros) desde Krabi, nos recogían en el mismo hotel donde estábamos y junto a mas turistas íbamos todos en una van hacia la frontera para salir y entrar del país. En éste fuimos con un turista indio que vivía en Canada, durante el viaje camino hacia la frontera con Malasia hacia el sur, intercambiamos opiniones y experiencias de nuestros viajes. Cuando llegamos a la frontera, nos quedamos muy sorprendidos de lo fácil que era, tanto salir como entrar a un país y a otro, por lo menos en esta frontera. Salimos sin mayor preocupación y nos sellaron, luego entramos a Malasia sin mas y seguidamente dando la vuelta a la oficina rectangular, salíamos del país con su correspondiente sello y avanzando un poco más adelante, volvíamos a encontrarnos la de Tailandia y nos volvían a sellar, esta vez para la entrada. El turista indio, Jairo y yo volvimos al coche para volver a Krabi con nuestros pasaportes renovados. Así da gusto!


Otra de las excursiones que realizamos durante nuestra estancia en Krabi fue la visita al templo Wat Tham Seua. Ubicado en la cima de una montaña, desde la cual uno tiene espectaculares vistas. Nosotros desde nuestra zona donde nos encontrábamos junto a el río. Veíamos a lo lejos varias montañas y rocas de esas  emergentes y singulares. En una de ellas podíamos divisar una estatua o algo dorado en la cima, deduciendo que sería un buda, ya que aquí es lo normal. Pues bien, nos cercioramos e informamos de que aquello dorado que veíamos desde lejos era justamente eso, un buda gigante dorado en un templo en la cima de una montaña. Pues allá que fuimos...Para poder disfrutar de aquello tendríamos que subir nada mas y nada menos que 1237 escalones hasta llegar a la cima. La recompensa a esa terrible subida fue nada mas llegar arriba, las increíbles vistas eran asombrosas, podías ver las montañas y las rocas emergentes desde una perspectiva privilegiada. Con la vegetación y el mar de fondo y ademas ese día estaba bastante nublado y se podía ver perfectamente las formas de las nubes y como venían hacia nosotros, era un auténtico espectáculo lo que estábamos viendo. Y por si fuera poco al lado nuestro teníamos al increíble y gigante buda dorado, quizá velando por nosotros. 
No sé porqué, siendo la única vez, quise hacerle una ofrenda a aquel buda y encendí incienso colocándolo y sintiéndome agradecido por todo lo que estaba viviendo en mi aventura y pidiendo que se mantuviera así por mucho mas tiempo. No es que sea creyente ni budista, pero quería agradecer a la vida, al destino, por lo que estaba viviendo y viendo en esos momentos en la cima de la montaña. Y que mejor y que menos que agradecérselo a Buda que ahí estaba y que gracias a que precisamente estaba ahí, fuimos a verle y obtuvimos estas vistas como recompensa. Como dicen por ahí...es de bien nacido ser agradecido.




En Krabi desde sus playas uno puede divisar a lo lejos varias islas, con lo que el paisaje es mucho mas espectacular. Nuestra estancia en Krabi llegaba a su fin. Cogimos un pack o tour para visitar cuatro islas y pararíamos en Railay beach donde estaríamos un par de días....pero eso será en el siguiente post.



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